Ha muerto Alfredo Flores, fiscal jefe de Sevilla durante 19 años
Sus restos mortales se velan en el Tanatorio de la SE-30
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Sevilla
Alfredo Flores, fiscal jefe de Sevilla 19 años y fiscal en la ciudad durante 40, ha muerto esta madrugada. Nació en Salamanca pero se hizo sevillano. Lo único que no cambió fue su amor por los colores de la Unión Deportiva Salamanca. Tanto se integró en la ciudad que llegó a ser Hermano Mayor de la Hermandad de San Gonzalo, hermano de los Gitanos y hermano de la Hermandad del Rocío de Sevilla.
Fue una persona enamorada de su profesión, fue el fiscal que investigó el caso Juan Guerra antes de presentar una denuncia en los juzgados. Fue también el fiscal que se implicó hasta casi en lo personal en la investigación del caso Arny de corrupción de menores, sonados fueron sus enfrentamientos con los abogados defensores y fue el fiscal sevillano que rechazó convertirse en Fiscal General del Estado.
Alfredo Flores imputó a todo un ministro del interior por los supuestos malos tratos que habían recibido algunos presos de Sevilla ll: aunque tuvo que pedir el archivo del caso por orden de sus superiores. Eso sí, dio muestras de la sorna y el carácter torero con el que sabía desenvolverse. Hizo una exposición de hechos, al final de aquel juicio, donde reflejaba los malos tratos aunque concluyó solicitando el archivo.
El fiscal Flores pidió el archivo del desastre medioambiental que provocó el vertido de la mina de Boliden en Aznalcóllar, apoyándose en el informe pericial que concluyó que no hubo negligencia ni en la construcción ni en el recrecimiento de la balsa de residuos que se rompió.
Alfredo Flores era un gran orador lo que era evidente en los juicios, fue exigente con los funcionarios de su oficina, nunca esquivó a la prensa, siempre asistía a los compromisos sociales que conllevaba su cargo. Cuando se jubiló en 2004 fichó por el despacho de abogados Montero-Aramburu.
Este miércoles sus compañeros de profesión y los que trabajaron cerca de él destacan su inteligencia, su don de gentes y su predisposición a escuchar a los más débiles cuando lo necesitaban. Deja una saga de juristas en sus hijos y en sus nietos.