Gracias, Ignacio
La firma de Eugenio Camacho en Ser deportivos Jerez
Ignacio de la Calle el día de su presentación como presidente del Xerez DFC / Radio Jerez Cadena SER
En el nombre de su padre, el inolvidable Sixto de la Calle, Ignacio tuvo que dar en su día un paso adelante para servir al xerecismo. Después de no pocas dudas, y cuando todo el mundo escurría el bulto de la responsabilidad, se puso al servicio del club en unas circunstancias especialmente delicadas. Afortunadamente, gracias al buen hacer y a la responsabilidad del grupo de personas con las que ha trabajado hasta hoy mismo, y que lo seguirán haciendo para garantizar la estabilidad institucional del club, el Xerez Deportivo no solo ha capeado el temporal, sino que ha tomado un nuevo impulso como entidad de presente y sobre todo de futuro.
Sin ser hombre de fútbol, pero consciente de la responsabilidad de la empresa a la que era llamado, Ignacio de la Calle ha conocido lo bueno y lo malo de la gestión de un club de fútbol y tomado contacto con una realidad que supera a cualquier ficción. Una labor no sólo no remunerada y en la que estás expuesto públicamente, sino también sacrificada e incomprendida como pocas. Que da más disgustos y desvelos que satisfacciones, y que encima roba tiempo a la profesión de la que uno vive y a la familia.
Por eso es justo reconocer a las personas que salen de su zona de confort y se complican la vida por el bien común.
En todos estos meses, Ignacio de la Calle ha comprendido en primera persona el enorme mérito que tuvo su padre, como tantos otros xerecistas, en diferentes momentos de la historia. Dando ese mismo paso valiente al frente cuando las cosas venían mal dadas.
Han sido meses difíciles, de no pocas tensiones en el seno mismo de su junta directiva, de intentos de dimisión sofocados por la responsabilidad de la palabra dada y el compromiso adquirido.
Ser presidente del Xerez no iba a ser fácil, y el momento elegido para dejar de serlo no es el mejor para los intereses ni la estabilidad del club.
Como en el caso de sus antecesores, no cabe ni un solo reproche para quien da la cara por su club mientras el resto del mundo se pone de perfil o mira para otro lado. Su propia conciencia se lo premiará.
