Anticlericales
Firma de opinión de la periodista Irene Contreras, en Hoy por Hoy Córdoba
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Anticlericales. Irene Contreras
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Córdoba
El diccionario de la Real Academia define "anticlerical" como "contrario al clericalismo", y "clericalismo" como la "influencia del clero en la política de un Estado". Con esta definición, que es la que propone oficialmente un organismo con tan poco pulso revolucionario como la RAE, lo lógico sería que todos fuéramos anticlericales en un país democrático que además es presuntamente aconfesional.
El anticlericalismo es una postura lícita y lógica, y no se debe confundir con otros conceptos como “antirreligioso”, que es una palabra mucho más fácil de pronunciar y apela a la confesión particular de cada persona, que es privada y no tiene por qué importunarle a nadie. Tampoco puede asociarse el anticlericalismo a la discriminación, que es lo que lleva ejerciendo el clero toda la vida con lo que se sale de la heteronorma, con las mujeres que no siguen su senda y con las religiones que rezan a otros dioses. Para que nos entendamos, anticlericalismo sería, por ejemplo, acabar con los privilegios que tiene la Iglesia Católica, como las exenciones fiscales, su participación en los planes educativos de la pública, o la propiedad de todos esos edificios que registraron pero que no son suyos.
De la misma forma, un anticlericalismo más de andar por casa sería pedirles un poquito de mesura en sus expresiones públicas de fe. Básicamente que no nos cortaran las calles varias veces al mes, que lo poco gusta y lo mucho cansa; que colocaran sus consignas en las columnas de libre expresión del Ayuntamiento, como hace todo el mundo, y no en pancartas que cruzan la calle de pared a pared. Y de paso, si puede ser, que no lanzasen cohetes a las cuatro de la mañana, que hay niños y abuelos durmiendo.
Si una propuesta anticlerical tan normalita los victimiza y ofende es porque hemos normalizado que el monopolio de la ocupación indiscriminada de la vía pública lo ostenten ellos, el clero y sus filiales, los mismos que parecen tener bula para pasarse por la Puerta del Perdón las leyes, las ordenanzas, los planes de tráfico y las normas básicas de convivencia que nos hemos dado para vivir sin molestar al vecino.
Por cierto que la RAE también define "clericalismo" como la "intervención excesiva" del clero en la vida de la propia Iglesia, y hay gente cristiana que también empieza a estar harta de tanto abuso de fuerza. Creer en Dios no te exime de ser profundamente anticlerical. Sobre todo si vives en el Casco.