La ciudad afeada
El subdirector de Sevilla, Carlos Navarro Antolín, reflexiona sobre la mala imagen de una ciudad que presenta innumerables fachadas ensuciadas por las pintadas
Carlos Navarro Antolín, subdirector del Diario de Sevilla: La Sevilla afeada
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Sevilla
Un paseo por cualquier parte de la ciudad cuando el comercio y los bares están cerrados puede ser una experiencia agradable. Todo espacio con público reducido genera tranquilidad. Una serenidad que permite disfrutar de rincones de la arquitectura que habitualmente pasan desapercibidos porque vivimos condicionados por las prisas cotidianas. Cuántas veces se nos pasa mirar hacia arriba y admirar la belleza de algunas fachadas. Balcones de hierro forjado, decoraciones modernistas, farolas de pared de las que yo no se trabajan, discretas ventanas de conventos… Están ahí, pero nunca nos hemos fijado.
Tampoco podemos negar que un paseo con los comercios cerrados es desde hace tiempo un suplicio. Sevilla está afeada, muy afeada, por las pintadas que lastran la estética de sus edificios. No hay persiana sin los malditos trazos de spray. Y hemos dicho pintadas, no grafitis. El feísmo que lastra la sociedad que nos ha tocado vivir tiene uno de sus principales exponentes en esas pintadas que todo lo ensucian, que son el tormento de Sísifo de la empresa municipal de limpieza. Los tontos del spray no respetan ni los inmuebles más antiguos. Hiere a los sentidos ver cómo han reventado la estética de algunas fachadas.
Se restaura un edificio, se recupera el estuco de la fachada y llega el tío del botecito a dejar su sello de maleducado, vándalo e insensible.
No podemos tener un barrendero tras cada sevillano ni una cámara en cada edificio. Al menos está claro que la arquitectura de Sevilla en general y su trama urbana en particular atesoran tal belleza que ni el feísmo contemporáneo puede del todo con ellas.
Pese al maltrato al patrimonio histórico, pese a las pintadas, pese a la invasión de turistas, pese a la pérdida de nuestros más elementales hábitos en una de nuestras industrias principales, como es la hostelería, entregada a los horarios de los guiris… Pese a todo, la belleza siempre triunfa. Como dijo Dostoievski, al mundo solo puede salvarlo la belleza. Aplíquese a Sevilla.
