Los renglones torcidos de Dios
Carmen Castilla nos recomienda esta entretenida película española de misterio
Córdoba
Ya está en nuestra cartelera la adaptación cinematográfica de la célebre novela de Torcuato Luca de Tena, “Los renglones torcidos de Dios”. El autor, con el fin de documentarse y emulando lo que tantos escritores periodistas como Truman Capote o Tom Wolfe llevaban tiempo haciendo, se internó 18 días en una institución psiquiátrica para convivir con los enfermos mentales y conocer el funcionamiento de estos centros, así como el comportamiento de los profesionales al frente.
Tras el gran éxito editorial que supuso nada más publicarse, pronto llegó el interés del cine por trasladarla a la gran pantalla. Ya en 1983 se convirtió en película en México, con la dirección de Tulio Demicheli, con guion del propio Torcuato Luca de Tena y protagonizada por Lucía Méndez y Gonzalo Vega. Una cinta que no ha resistido bien el paso del tiempo.
Sin embargo, dado que la novela mantiene intacta su vigencia en muchos aspectos, han sido varios los intentos de adaptarla en el cine español, siendo finalmente Oriol Paulo quien ha llevado a efecto el proyecto, estrenado en la sección Perlas del Festival de San Sebastián, y a cuyo estreno acudió todo el equipo.
El realizador ha orientado la obra especialmente al terreno del thriller, donde se mueve con total solvencia. Baste repasar su filmografía como director y guionista, con títulos como “El cuerpo” o “Contratiempo”.
Por tanto, siendo estos los parámetros en que se mueve “Los renglones torcidos de Dios”, evitaremos dar detalles acerca de la trama más allá de su punto de partida: el ingreso como paciente de la detective Alice Gould en el sanatorio Nuestra Señora de la Fuentecilla para poder investigar un caso de asesinato ocurrido en su interior.
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El guion de la película, firmado por el director junto a Guillem Clua, introduce algunos cambios respecto de la novela, y también concreta el marco histórico en que acontece a través de la sustitución de un retrato de Franco por otro del rey Juan Carlos I. Es un hecho que la dictadura franquista impidió que la Psiquiatría Comunitaria y el modelo desinstitucionalizador hicieran acto de presencia en España, llegando con retraso en relación a otros países. De manera que es tras la caída del régimen cuando entra en escena la influencia anglosajona en la práctica psiquiátrica. En la película se hace referencia a ciertas mejoras introducidas por el nuevo director de la institución, pero también asistimos a métodos terribles y prácticas aberrantes, como el traslado de algunos pacientes a lo que denominan “la jaula”. Todo ello da buena cuenta de la situación de absoluto deterioro y precariedad en que se encontraba la asistencia psiquiátrica española.
En los años de la Transición la enfermedad mental, la locura y sus mitos, los manicomios y sus puertas cerradas empezaron a aparecer en el cine español, generando debate entre los intelectuales y entre los ciudadanos. Surgen largometrajes como “El desencanto”, (1976) de Jaime Chávarri, “Mi hija Hidelgart”, (1977) de Fernando Fernán Gómez, “Mater amatisima”, (1980) de Josep A. Salgot, o “Animación en la sala de espera”, (1981) de Carlos Rodríguez Sanz y Manuel Coronado.
“Los renglones torcidos de Dios” de Oriol Paulo es sobre todo una película de entretenimiento muy bien ejecutada, que también deja constancia de la necesidad que existía en el tiempo que retrata, de una profunda renovación en el ámbito de la psiquiatría, de dejar de considerar los manicomios como establecimientos asilares y empezar a aplicar las nuevas concepciones sobre el sujeto atendiendo a factores dinámicos y sociales y no solo biológicos.
Es una gran producción que recrea muy bien la época en que transcurre, con atmósfera de cine clásico, una ambiciosa puesta en escena, banda sonora compuesta por Fernando Velázquez, que otorga el tono a la película desde el comienzo y donde también suenan deliciosos temas como el "Summer Wine", de Nancy Sinatra, o una versión de “Perhaps, perhaps, perhaps” en los flashbacks de la vida de la protagonista antes de su internamiento en el sanatorio. Pero un aspecto especialmente destacable es el de las grandes interpretaciones que contiene.
Extraordinarios Loreto Maunleón o Javier Beltrán como psiquiatras del centro, sensibles a una situación que se presenta injusta. La imponente Adelfa Calvo como enfermera. Y entre los pacientes, el maravilloso Pablo Derqui, Samuel Soler como el entrañable Rómulo o Francisco Javier Pastor como el inquietante hombre elefante. Mención aparte merece Eduard Fernández que interpreta al director del sanatorio, un profesional que empieza a introducir cambios en el centro pero que arrastra malos modos de hacer heredados de las estructuras del pasado. Un personaje que va a mantener un pulso constante con la protagonista.
Alice Gould es Bárbara Lennie, el pilar fundamental de la película, que sabe encarnar con su amplio registro de gestos, matices y movimientos la esencia de este personaje, una mujer cautivadora, fascinante, inteligente, culta, sensible, de gran belleza, elegancia y magnetismo, con enorme fuerza y resistencia para enfrentar la rigidez de un sistema injusto y, por supuesto, una figura que nos lleva a los espectadores a preguntarnos cuál es la línea que separa cordura y locura o la verdad y la mentira. Pero, sobre todo, es un renglón torcido como podemos serlo cada uno de nosotros.
Escucha aquí la sección de cine de hoy, en la que además Javier Lozano nos ha hablado de la serie Apagón.
Los reglones torcidos de Dios y Apagón. Cine y series 07/10/2022
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