Cáritas atiende a 32.000 personas en Málaga en el último año y advierte que la brecha digital "es la nueva pobreza del siglo XXI"

Málaga

El último informe de Cáritas arroja varias conclusiones: ha mejorado la situación económica, ya que baja en torno a tres mil personas el número de atenciones realizadas en 2021 por esta entidad frente a 2020, cuando se dispararon las peticiones de ayuda por la pandemia. Con todo, no se consigue descender de las 30.000 mil personas asistidas. Además, un 35 por ciento lleva más de tres años pidiendo ayuda y del total de asistencias apenas un 15 por ciento ha podido mejorar su situación, lo que implica una cronificación de su situación de pobreza o vulnerabilidad. Y a pesar de la bajada de las asistencias, una de cada tres personas ha acudido a Cáritas por primera vez a pedir ayuda. Personas en muchos casos con empleos precarios en la economía sumergida.

La inflación ha aumentado las peticiones de ayuda para comprar alimentos y lo mismo ha ocurrido con la vivienda, dos de los aspectos que más preocupa a Cáritas Diocesana, según su director en Málaga, Francisco José Sánchez. "Esas 32.000 personas atendidas reflejan una gran vulnerabilidad que se instala en nuestra sociedad y que tenemos que superar con medidas de protección social sólidas", indica Sánchez.

Así mismo, en el 73 por ciento de los casos son mujeres las que acuden a Cáritas en busca de ayuda, con lo que "son ellas las que toman las riendas de la situación", indica el informe. Y en el 55 por ciento de los casos, los demandantes de ayuda son de nacionalidad española.

La brecha digital, la nueva pobreza del siglo XXI

El director de Cáritas advierte de la necesidad de tomar medidas para paliar otro problema: la brecha digital, convertida en "el nuevo analfabetismo del siglo XXI". "Esta nueva pobreza está afectado de forma cruel a los sectores más empobrecidos", señala Sánchez, que destaca cómo la pandemia ha puesto en evidencia la imposibilidad de asistir a clases on line o realizar las tareas escolares al alumnado sin móviles o conexión a internet, un factor determinante para poder activar el denominado ascensor social, que además imposibilita teletrabajar o realizar numerosas gestiones de cualquier índole sin acceso a la red o a las tecnologías.