Lluvia de críticas a un científico por seguir llevando la mascarilla en el gimnasio
El divulgador Eduardo López-Collazo ha visto cómo su muro de Twitter se llenaba de insultos y ha querido explicar por qué lo hace
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Varios usuarios entrenando sin mascarilla en un gimnasio tras el fin de su obligatoriedad en interiores / R. García (EFE)
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Madrid
Las mascarillas en interiores dejaron de ser obligatorias el pasado 20 de abril, pero cualquiera es libre de seguir llevándolas allí donde considere. Es el caso del divulgador científico Eduardo López-Collazo que ha optado por continuar poniéndosela en el gimnasio y contaba en Twitter hace unos días cómo le miraban por ello.
El comentario que no pasó desapercibido por sus 23.500 seguidores y algunos le criticaron que le hiciera, hasta el punto de llegar a insultarle, como él mismo contó en otro tuit: "Como un experimento social me he leído varios de los comentarios a mi Twitter donde digo que uso la mascarilla en el gym. Personas que no me conocen me han calificado de imbécil, tonto, subnormal, oveja... Otros me han dado lecciones varias. Que poca inteligencia existe en estos lares", sentenciaba.
Poco después, explicaba los motivos por los que la seguía llevando, aunque ya no sea obligatoria: "¿Por qué sigo usando mascarilla en interiores si la actividad me lo permite? Porque las nuevas variantes pueden infectarnos, una vez infectado puedo padecer una longCovid, las vacunas son buenas pero no esterilizan". Además, recordaba que su decisión no perjudica a nadie: "Al usarla no estoy afectado mi vida ni la tuya, todo lo contrario".
Se estima que en torno al 10-15% de los todos los afectados por la primera variante, la del año 2020, sufren COVID persistente (LongCOVID, en inglés) y los últimos estudios indican que la última variante, Ómicron, no va a tener un porcentaje tan importante de afectados. A veces los síntomas de ese COVID persistente tardan en manifestarse, incluso meses después de haber superado la fase aguda de la enfermedad.
Esta semana, la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) reclamaba que la COVID persistente se declare enfermedad profesional. Del total de sanitarios afectados desde el inicio de la pandemia, unos 216.000, solo al 14% se les ha considerado el contagio como accidente de trabajo. Unos 22.000 sanitarios padecen COVID persistente, un 25% continúa de baja y el 50% está trabajando con secuelas.
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