Cómo que solo es un gesto
"Estrenar una rutina, como vivir de nuevo sin mascarilla, exige una gran determinación. Nos llevará unos días acostumbrarnos, pero qué días. Recuerdo cuando hace nueve años mi padre se afeitó la barba. Fue un gesto, y a la vez un shock"
Galicia
No resultará fácil prescindir de las mascarillas, sin más. Quitársela es apenas un gesto, pero nada que solo es un gesto es sencillo. ¿O diríamos que es fácil no mirar el teléfono, aunque no suene, o cruzar las calles siempre por los pasos de peatones, o dejar de decir veinte veces al día «joder»? Los pequeños cambios son cambios enormes porque te obligan a ser, en cierta medida, otra persona. Y tú estás demasiado acostumbrado a ser tú, el de siempre, con tus manías. Estrenar una rutina, como vivir de nuevo sin mascarilla, exige una gran determinación. Nos llevará unos días acostumbrarnos, pero qué días. Recuerdo cuando hace nueve años mi padre se afeitó la barba. Fue un gesto, y a la vez un shock. Se la había dejado cuando nací. Yo nunca lo había visto sin ella. Se la cortó sin previo aviso. Esto es un suicidio, pensé al principio. Iba a ser como tener a un desconocido metido en casa. El primer día, cuando nos cruzamos por la calle, ni lo saludé. No me pareció mi padre. Después me acostumbré. Al segundo día incluso volví a llamarle papá, al ver que seguía viviendo con mi madre. Quizá pase algo parecido con las mascarillas, sin las cuales todo será muy diferente, pero bastante igual.