La visita a Zelenski
'Dudas Razonables', el comentario de Josep Cuní
La visita a Zelenski
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Barcelona
La visita de Pedro Sánchez a Zelenski y su apoyo a Ucrania en forma de más ayuda armamentística y militar le permite disimular a su gobierno el grave problema interno causado por el espionaje a miembros de grupos independentistas. Sucede habitualmente que ante problemas internos se busquen excusas internacionales como si de cortinas de humo se tratara. No es el caso, por supuesto. Los 58 días que llevamos de la guerra de Putin desde el inicio de la invasión del país vecino por parte del ejército ruso no son un tema menor, como demuestran las consecuencias económicas que nos afectan a diario. Pero sí que parece una salida del guion interno, como si fuera imposible hacer coincidir ambas cosas y abordarlas en paralelo.
Está pasando, por ejemplo, con los trámites iniciados para refugiar a una treintena de mujeres afganas que llevan esperando semanas mientras sus vidas corren el riesgo derivado del régimen talibán, con la excusa oficial que ahora la prioridad está en Ucrania. ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra? ¿Acaso al gobierno español le sucede como decían que le pasaba al presidente norteamericano que no podía ir en bicicleta mientras mascaba chicle?
Eso mismo es lo que hay que preguntarse en torno al Catalan Gate. Asumiendo también la parte de teatralización del independentismo orgánico y la escenificación política de la que legítimamente quiera sacar provecho, y advirtiendo que todas sus supuestas amenazas no se concretan, sería bueno que el gobierno español, dividido también en este aspecto, practicara la transparencia que predica aún a sabiendas de que no lo tiene fácil porque la información reservada en forma de secreto no se puede ventilar a la primera de cambio y porque allí donde debería dar explicaciones es una comisión parlamentaria no constituida por los recelos de la derecha de compartir información con el independentismo, precisamente.
Situados, pues, en el círculo vicioso y ante prácticas internas tan poco democráticas, un necesario viaje de solidaridad y apoyo a un país europeo en guerra al que se le apoya por razones democráticas puede provocar la duda razonable de convertirse en una aparente contradicción. Porque de quien siempre hemos sabido que espía a sus detractores es precisamente el gobierno del ejército invasor.