La subcampeona de Ucrania de tenis de mesa adaptado se refugia en Parla con sus hijos, con la esperanza de “volver pronto”
Es una de los 140 refugiados acogidos en un hotel de Parla hasta que tengan una residencia estable. Iryna llegó con sus dos hijos y ha dejado a su marido, primos y tíos en Ucrania
![](https://cadenaser.com/resizer/v2/VKDR4P3E4JFNPBKAAZ7LO7Q6BI.jpg?auth=ce36e70f8a080de2b5bf1d9eb472d9b633a13a9c385fa9c6623256fa3c7dd15a&quality=70&width=650&height=487&focal=1057,574)
Las dos 'Irynas' ucranianas refugiadas en nuestro país, en la ciudad de Parla, junto con la hija de una de ellas. / SER Madrid Sur
![Las dos 'Irynas' ucranianas refugiadas en nuestro país, en la ciudad de Parla, junto con la hija de una de ellas.](https://cadenaser.com/resizer/v2/VKDR4P3E4JFNPBKAAZ7LO7Q6BI.jpg?auth=ce36e70f8a080de2b5bf1d9eb472d9b633a13a9c385fa9c6623256fa3c7dd15a)
Parla
Iryna, 42 años, residente hasta finales de febrero en una localidad situada a 60 kilómetros de la frontera con Polonia, en diciembre de 2021, consiguió la medalla de plata en el Campeonato de Ucrania en la modalidad de tenis de mesa adaptado. Entonces si alguien le hubiera dicho que poco más de dos meses después iba a tener que abandonar su país y refugiarse en una localidad llamada Parla, a miles y miles de kilómetros de su país, no se lo habría creído.
Pero la invasión rusa y la guerra que vive Ucrania hizo que Iryna, que por su diversidad funcional está en silla de ruedas, dejara su país. Lo hizo, sobre todo por sus hijos, una niña de 5 años y un hijo de 16, que todavía no termina de entender cómo le ha cambiado tanto la vida en tan poco tiempo, según ha contado a SER Madrid Sur con la ayuda de una compatriota que hace de traductora.
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Ahora espera que la guerra no dure mucho y “volver pronto”, pero mientras tanto, sólo pide que sus hijos estudien y quedarse en la Comunidad de Madrid, porque su hermano reside en Villaverde y desea estar cerca de él. Su vida ha dado un giro radical, pero por lo menos ha podido continuar entrenando el deporte que le dio una medalla de plata en su país. El club de Tenis de Mesa Parla le ha ofrecido practicar este deporte en sus instalaciones y cuando habla de ello sus ojos se iluminan y sonríe bajo la mascarilla, después de tanto dolor recordando la guerra.
La otra Iryna
Junto a ella, otra Iryna, profesora de español en Kiev, 52 años, lleva en nuestro país desde el 12 de marzo con sus dos hijas. Ella dejó en la capital ucraniana a su marido, a su padre, cerca de 80 años, y a su hermana. Ninguno de los dos últimos quiso marcharse. Un misil que impactó cerca de la casa de su amiga, hizo que tomará la decisión de partir, dejando la familia partida por la guerra.
Ahora, mira el presente y no va más allá, con los sentimientos a flor de piel y las lágrimas cuando recuerda cosas del pasado, aliviada, cuenta que sus seres queridos “al menos siguen vivos”. Habla con ellos cada tres días y así sabe cómo está la situación en la capital.
A Iryna le gusta Parla. “Es una ciudad bonita y acogedora”, por eso aprovecha cada ocasión para hablar con la gente y practicar su español. Las dos Irynas agradecen la buena acogida que los españoles, dicen, estamos dando a todos los refugiados.