La psicóloga que ayuda a los niños y mujeres de la guerra desde Canarias
Elena Kokhnenko, que lleva tres años en Tenerife, ofrece atención voluntaria a los civiles que continúan en Ucrania y a los refugiados en el Archipiélago
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-FOTODELDÍA- UBLA (ESLOVAQUIA), 01/03/2022.- Un niño descansa en un centro comunitario creado como refugio. EFE/Martin Divisek / MARTIN DIVISEK (EFE)
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Santa Cruz de Tenerife
Elena Kokhnenko nació en Ucrania, vivió dieciséis años en Rusia y reside, desde hace tres, en Tenerife. Psicóloga de profesión, no ha dudado en ofrecer atención a los niños y mujeres que han llegado a las Islas como refugiados ni a los que permanecen en su país, asediado por las tropas rusas en un ataque que se recrudece cada día.
Ser un niño de la guerra deja secuelas, muchas y duraderas. Es el caso de Ivanka, de 10 años de edad, que vivió el estallido de la contienda en Járkov y desde donde tuvo que ser evacuada junto a su madre. Tres días después, su tía pidió ayuda a Elena. Esta fue su primera experiencia, por videollamada, como voluntaria: "Me habló sobre los terribles sonidos, sobre el ruido de las alarmas. No podía dormir, estaba muy asustada. Me contó sus miedos y puede empezar a apoyarla".
Después de escucharla, aconsejarle algunos ejercicios o enseñarla a mantener la respiración, Ivanka pudo mejorar su sueño. Finalmente, su madre y ella han tenido que desplazarse forzosamente a Suiza.
La psicóloga acumula experiencia con personas de muchas edades, especialmente adolescentes. Esto le ha permitido escuchar y atender también a los civiles que estaban en el Archipiélago cuando comenzó la invasión o que han llegado huyendo de la guerra. Aquí ha estado en contacto con otra joven, de 14 años, que no puede hablar con la parte de su familia que continúa en Ucrania por los múltiples problemas de conexión que tiene el país. "Todos, absolutamente todos, niños, mujeres y adolescentes, tienen traumas psicológicos".
Elena, que asume su iniciativa como una misión, ha identificado un denominador común en los civiles a los que ha ayudado: la imposibilidad de conciliar el sueño por el impacto de escuchar constantemente el sonido de las bombas y los misiles, la urgencia de abandonar Ucrania o la preocupación por sus familiares: "Temen que sus abuelos o sus padres, ahora soldados, puedan morir".
"Claro que la situación es muy difícil. La gente ya no tiene casa. Deben huir del país rápidamente, algunos no tienen ropa, no tienen dinero, no tienen dinero. Algunas personas ni siquiera tienen su documentación", explica la psicóloga afincada en el sur de Tenerife. En persona o vía videoconferencia atiende a quienes le piden ayuda. Esta labor le ha permitido identificar otro de los sentimientos más habituales entre los civiles que están en el Archipiélago: la culpabilidad porque "ellos están a salvo" y sus familiares, abuelos o padres, no.
Desde la asociación de ucranianos en la isla, a la que pertenece, muestran su infinito agradecimiento a España, al Gobierno de Canarias y a las oenegés que están prestando atención a los desplazados. Sin embargo, Elena destaca la incertidumbre que viven porque desconocen cuánto durará la guerra y temen tener que abandonar las plazas hoteleras que se han puesto a su servicio. También señala que muchos tienen ahora problemas económicos.
Vivir con la familia en la distancia
Elena no solo está ayudando a los niños y mujeres de la guerra. También vive como afectada la contienda ya que buena parte de su familia permanece en Ucrania. Mientras que su padre permanece en un pequeño pueblo de Pyriatin, su ciudad, su hermana reside en Kiev y su prima así como muchos de sus amigos entre Járkov y Poltava. Estas tres últimas son algunas de las ciudades donde el peligro se acrecienta por momentos.
"Mi prima y algunos de mis mejores amigos de la infancia llevan ya nueve días en zonas subterráneas", explica la psicóloga: "Están en condiciones terribles, tienen ataques de pánico por los niños y sus familias". Sobre las posibilidades de hablar con ellos, Elena lamenta que no es habitual por los problemas de cobertura que tienen en estos refugios, aunque sí ha logrado contactar en alguna ocasión.
Con su padre puede hablar cada dos días y con su hermana a diario. Con preocupación, señala sobre ella que "todos los días escucha el impacto de las bombas y los misiles del ejército ruso. Están en una situación muy peligrosa". Elena también recuerda con pena cómo la facultad de Economía de Járkov en la que estudió ha sido afectada por los bombardeos: "Era una ciudad genial, con muchos institutos y universidades. Una ciudad de estudiantes. Adoro Járkov. Es muy importante para mí, con muchos lugares bonitos. Ya no tenemos esa preciosa y gran ciudad".