Huir de la guerra: la crónica de los que recorren kilómetros a pie, cargando bebés y arrastrando maletas
Durante estas últimas semanas, son muchas las caravanas que han salido desde Madrid hacia la frontera con Ucrania para intentar ayudar a los y las refugiadas. Según datos de Cruz Roja, más de 1.200 personas han llegado ya a la capital desde que comenzó la invasión
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Huir de la guerra: la crónica de los que recorren kilómetros a pie, cargando bebés y arrastrando maletas
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Medyka (Polonia)
597 kilómetros separan Kiev de Medyka, un pequeño pueblo en la frontera entre Ucrania y Polania; 597 kilómetros que muchos ciudadanos ucranianos recorren a pie huyendo de la invasión. A escasos metros del paso fronterizo se ha levantado uno de los mayores campamentos de refugiados ahora mismo en Polonia. La guerra sí tiene rostro de mujer. Por allí, son ellas las que cruzan cargando a sus hijos en brazos y arrastrando maletas, mochilas, así como sillas de ruedas con personas mayores.
En el otro extremo de la valla les esperan los cientos de voluntarios de todo el mundo que cada día llegan con ganas ayudarles en lo puedan. Reparten caramelos y chocolatinas a los niños, cargan su escaso equipaje, les ofrecen café caliente o una manta y les acompañan hasta las estaciones de tren o bus más cercanas para que puedan llegar a sus nuevos destinos. Entre los voluntarios, ciudadanos ucranianos que ya residían en Polonia se asoman de puntillas intentando encontrar a los familiares que llegan, y entre lágrimas se abrazan respirando aliviados por primera vez en mucho tiempo.
Campamento de refugiados de Medyka / Lydia Payo Mellado
Campamento de refugiados de Medyka / Lydia Payo Mellado
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Subiendo a los niños pequeños a carros de la compra encontramos a Jesús Díaz, de Cartagena, un voluntario que pidió días libres en su trabajo para acompañar a estas familias hasta los puestos autorizados del campamento. "No pertenezco a ninguna ONG, he venido por mi cuenta, sentí la necesitad de venir y poder echar una mano", asegura. Como él, otros españoles llegan a Medyka en grandes furgones, cargados de provisiones como material sanitario, productos para bebés, de higiene, ropa, o tiendas de campañas y, la mayoría, con intención de regresar con familias ucranianas. También Javier, de Boadilla, que antes de llegar al paso fronterizo se pasó por el supermercado para comprar bolsas enormes de gominolas.
Jesús Díaz, uno de los voluntarios españoles en Medyka / Israel Merino
Jesús Díaz, uno de los voluntarios españoles en Medyka / Israel Merino
Desde esta zona cero, miles de refugiados viajan cada día en autobús, en un trayecto de apenas veinte minutos, hasta la estación central de tren de Przemyśl. Pero esta es solo una parada más en el camino porque su intención es poder llegar hasta otras ciudades europeas; las que más se repiten son Berlín, Praga, Viena o Madrid. Y con los que llegan huyendo de la guerra, se cruzan aquellos que vuelven a Ucrania. Según los voluntarios, los hombres en edad militar se marchan para luchar con el ejército ucraniano y las mujeres, tras haber dejado a sus hijos con familiares o amigos en algún lugar seguro, regresan a sus casas porque creen que ya no hay peligro en su país.
Mujer ucraniana cruzando la frontera con Ucrania para regresar / Lydia Payo Mellado
Mujer ucraniana cruzando la frontera con Ucrania para regresar / Lydia Payo Mellado
En cambio, los que se ven obligados a emigrar tienen que pasar largas horas -o días- en las estaciones porque los trenes están completos y los alojamientos colapsados. En el piso más alto de la estación de tren de Varsovia han habilitado una zona para que los más pequeños puedan jugar y distraerse del horror que les acompaña. Pintando con ellos, jugando con plastilina o montando puzles está Lucía Morales, una joven española que se encuentra de Erasmus en Polonia. "Como están aquí de paso intentamos que se olviden de lo que tienen detrás. No podemos hablar con ellos porque no nos entendemos, pero por lo menos jugamos y les atendemos", nos cuenta.
Una niña refugiada juega en la estación de tren de Varsovia / Lydia Payo Mellado
Una niña refugiada juega en la estación de tren de Varsovia / Lydia Payo Mellado
Según datos de Cruz Roja, más de 1.200 personas han llegado a Madrid desde que comenzó la guerra. Son las personas que esta organización ha atendido en nuestra comunidad proporcionándoles alojamiento, manutención, información jurídica, asistencia psicológica y una alternativa de ocio para los menores. Además, la Comunidad ha puesto a disposición de los niños que han huido junto a sus madres 77.000 plazas en todas las etapas educativas, desde infantil hasta bachillerato. Son unas plazas que comienzan a ser ocupadas por 68 menores que han llegado a Madrid en las últimas semanas y que ahora se distribuyen en 27 centros educativos de 13 municipios distintos de la región.
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Lydia Payo
Redactora de informativos y de la parte digital de Radio Madrid. Presentadora del Podcast 'Todo es Empezar'...