César Móñux se emociona en su despedida: "Se me ha permitido soñar a lo grande para hacer una fábrica mejor"

Aranda de Duero

Ha sido un dirigente ejemplar e implicado con el territorio en el que ha estado durante años, y probablemente por eso da pena despedirle. César Móñux ha afrontado este viernes su último día al frente de la factoría ribereña, y ha querido despedirse en la SER de todos los arandinos con orgullo y sobre todo emoción por lo que se ha logrado durante todos estos años en Michelin. La unión y el trabajo ha sido constante por su parte. El legado está ahí, con datos, y con el fondo y la forma de hacer las cosas.

"Es un día emocionante y triste para mí. Se ha tenido un trato conmigo maravilloso durante estos años, entre todos hemos escrito un capítulo histórico en esta fábrica, con personas únicas que han hecho esta fábrica única. Mi forma de devolver mi gratitud ha sido la mayor autoexigencia pero también el mejor valor humano posible. Se me ha permitido soñar a lo grande para hacer una fábrica mejor. Una de las frases que diré a mi equipo es que lo original es volver a mis orígenes. Para mí fue eso, después de 25 años de profesión venir a Aranda. Fue volver a los orígenes porque Aranda es el origen de Michelin", asevera.

Lo que representa la fábrica en Aranda bien lo sabe, pero no hemos querido decirle hasta luego sin preguntarle qué le ha aportado este territorio a él. "Aquí en Aranda se tienen experiencias únicas. Es caminar por los talleres y ver el brillo en los ojos de las personas que trabajan con orgullo. Hay una relación entre fábrica y ciudad que no he visto en ningún lugar. Aquí se entiende que necesitamos una actitud diferente para hacer un buen trabajo, y de que el futuro de la ciudad está ligado a la fábrica. He sentido abrazos de verdad, he sentido conversaciones que me han llevado a la infancia. He sentido momentos únicos donde los profesionales con los que he estado han sido también relaciones humanas", expresa emocionado.

Su marcha a Vitoria

"En Vitoria trabajé durante años y para mí es un orgullo y una responsabilidad que empiece a trabajar allí; tengo amigos allí y el contexto es diferente, pero el desafío es único, trabajar coco con codo con las personas para hacerla día a día mejor. Todo lo que he aprendido lo utilizaré. Esta fábrica es lo que es por las miles de personas que han trabajado aquí, mi equipo de dirección con los que he vivido momentos que nunca imaginamos, todo eso espero llevármelo para trabajar con ilusión pero también con tristeza porque a nivel personal me sentía en mi casa y me permitían soñar a lo grande. Tenemos que ser conscientes de que la industria en el mundo occidental tiene un reto enorme. Pero no olvidemos, el futuro está en nuestras manos; el presente son las personas, y la fábrica la hacen las personas", refleja Moñux, destacando que "desde pequeño he entendido que hay que esforzarse para hacer un mundo mejor y hacer felices a los que nos rodean; vamos a seguir haciendo de Aranda una gran fábrica, y de este polo industrial que es Michelin, un ejemplo para todos".