Vivir en Sevilla, sufrir en el mundo
El subdirector de Diario de Sevilla, Carlos Navarro Antolín, reflexiona sobre los días de luz alegre que disfruta ya el sevillano en un contexto internacional marcado por las penosas estampas de la invasión de Ucrania
Carlos Navarro Antolín, subdirector del Diario de Sevilla: Vivir en Sevilla, sufrir en el mundo
01:31
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Sevilla
Hay dos realidades enfrentadas para el sevillano en este primero de marzo. La local, donde estamos en vísperas de la imposición de la ceniza y disfrutamos ya de esos azahares que anuncian las tardes largas, y ese mundo en el que vivimos con una actualidad marcada por las refriegas en el centro derecha-español y, sobre todo, la invasión que sufre una nación como Ucrania, una agresión que nos devuelve a lo peor del siglo XX.
Vivir en Sevilla hoy es saborear la miel del tiempo del gozo que, esta vez parece que sí, nos será concedido tras dos años de silencios, restricciones y angustias. Y es también sufrir con las estampas que parecían superadas, guardadas para siempre en el altillo de la memoria de nuestros antepasados y reservadas para las consultas de la Wikipedia. Sirenas de bombardeos, carros de combate por un casco urbano, familias que huyen condenadas a la diáspora, edificios civiles en llamas…
Ser sevillano hoy es un privilegio. Por la luz, por el gozo, por el ambiente de reencuentro con nuestro mejor tiempo. Pero, ay, todo esto en un mundo que parece cambiar de orden, un mundo en crisis, con Occidente amenazado y Oriente envalentonado. El estado del bienestar local no puede obviar cuanto ocurre en un mundo globalizado. Pasamos de la alegría interior a la tristeza en un plisplás, en dos fugaces pensamientos, en una mirada dirigida a nuestro cielo azul o atenta simplemente a la apertura del telediario.
Es el tiempo que nos ha tocado vivir. La gloria de una ciudad, la pena de un mundo.