¿Quién se ha llevado mi queso?
La Firma de Tomás Martín

"¿Quién se ha llevado mi queso?", la Firma de Tomás Martín
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Palencia
Buenos días. Tiene una de anís, decía mi admirado Joaquín Vidal cuando por la puerta de chiqueros de la madrileña plaza de toros de Las Ventas salía un toro dando tumbos. Pues bien, la resaca de las elecciones autonómicas es parecida a la que deja una de anís.
Ha pasado una semana del trago electoral —¡menudo trago!, que diría mi abuelo— y no hay analgésico capaz de aliviar el dolor de cabeza que la voz de las urnas ha dejado en la clase política castellano y leonesa, que anda perdida en el laberinto de la resaca poselectoral en busca de remedio. Y por si le faltaban grados al brebaje de los posibles pactos, el zafarrancho de los populares en Madrid se me antoja como el efecto de un trago de cazalla a palo seco. Así va a resultar complicado encontrar la salida del laberinto.
No sé con cuantos adeptos contará hoy la fábula, entendiendo como tal el género literario que no hace tantos años hacía las delicias de grandes y pequeños. En la actualidad prolifera otro tipo de fábula, de la que hay suficientes ejemplos en el acontecer cotidiano: la ficción artificiosa con que se encubre o disimula una verdad. Tiene moraleja para todos los gustos.
¿Quién se ha llevado mi queso? Es el título de una preciosa fábula, un cuento escrito por el norteamericano Spencer Johnson, sobre el cambio que tiene lugar en un laberinto donde cuatro divertidos personajes buscan «queso» El queso es una metáfora de lo que uno quiere tener en la vida […] El «laberinto» representa el lugar donde pasas el tiempo en busca de lo que deseas.
Cierren los ojos y piensen en un laberinto, tan sinuoso y con tantas falsas salidas cómo puedan imaginar, en el que siete políticos —representantes de los siete grupos que han obtenido escaño tras los comicios del pasado día 13— han puesto en funcionamiento su pituitaria para localizar el «queso» que los lleve a acuerdos para formar gobierno. Obsérvenlos mientras buscan y si su pituitaria distingue el olor del enmohecido, del añejo, del curado, del semicurado, del fresco, del puro y del de mezcla.
Esperen la salida de los siete buscadores, no pierdan de vista el semblante con el que abandonan el laberinto y pregúntenles si han identificado el olor, el aroma del queso alejado de la estridencia, el queso del compromiso, el que gusta a la ciudadanía, y quién o quiénes se lo han llevado. Pónganse en lo peor si no obtienen respuesta, e ínstenlos a que regresen al laberinto para proceder a una nueva búsqueda. No se puede permitir que el queso se enmohezca, se eche a perder, y los siete del laberinto nos lleven de nuevo a las urnas; o que, carentes de nuevas ideas, hagan más grandes las viejas, conocidas habitualmente como promesas incumplidas. Se dan casos.
Saludos y feliz semana.