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El cartelista Vicente Canet

En 1968 se rotularon las calles de la Ciudad del Artista Fallero con nombres de artistas y personajes relacionados con el mundo de las fallas, entre ellos el del cartelista Vicente Canet

Callejeando (16/02/2022)

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07:02

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València

En agosto de 1964 se puso la primera piedra a uno de los proyectos urbanísticos más singulares y característicos de València: la Ciudad del Artista Fallero. Este barrio o ciudad satélite, como se le denominó entonces, nació como muchos otros al calor del desarrollismo y el boom urbanístico de los años 60, pero con una peculiaridad con respecto al resto de polígonos de viviendas que en aquellos momentos empezaban a proliferar en la huerta de Valencia. La Ciudad del Artista Fallero aglutinaba en poco más de 90.000m² una zona residencial formada por bloques de viviendas en torno a un núcleo central de equipamientos y lo más novedoso, una zona industrial formada por naves destinadas a la construcción de fallas. Cuatro años más tarde, en 1968 y después de muchas vicisitudes, la deseada Ciudad del Artista Fallero empezó a ver salir fallas de sus talleres, y las calles del nuevo barrio artesano fueron bautizadas, a petición del Maestro Mayor del Gremio, Vicente Tortosa Biosca, con nombres de personajes relacionados con la fiesta y con la consecución del ansiado proyecto. Entre ellos, el del pintor y cartelista Vicente Canet.

Vicente Canet nació en el barrio del Carmen, en la calle Burjassot -actual calle de Llíria- el 30 de septiembre de 1887, en un entorno que fue el escenario de su vida, ya que posteriormente se instaló en la calle Guillem de Castro, 120 2º, enfrente del río, y abrió su estudio a pocos metros de allí, en la calle Salvador Giner. Se formó en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, y ya en 1909 obtuvo la Medalla de Cobre en Arte Decorativo en la Exposición Regional Valenciana. Compaginó sus estudios con la construcción de fallas – realizó al menos 17 fallas entre 1930 y 1951- y carrozas para la Feria de Julio -al menos 43 entre 1925 y 1950- , actividades con las que alcanzó un gran reconocimiento, como atestiguan los dos premios Barón de Cortes que logró en 1926 y 1927 o el primer premio de fallas alcanzado con su primera falla, plantada en la plaza del Molino de Na Robella en 1930. Destacó también en la pintura de telas para abanicos, pero ante todo fue un magnífico cartelista, siendo galardonado con diversos primeros premios en concursos para festejos y eventos de la ciudad en las décadas de los 20 y 30 del siglo XX. Entre sus logros más notables en este ámbito cabe destacar:

- 1923, primer premio en el concurso de carteles para la Coronación Pontificia de la Virgen de los Desamparados con la obra Ampáramos.

- 1923, primer premio concurso de carteles de la Feria de Julio con la obra que lleva por lema A la festa, dotado con un premio de 1.000 pesetas.

- 1925, realiza el cartel de las Fiestas de Mayo, junto a Antonio Vercher.

- 1925, primer premio en el concurso de carteles de la Feria de Julio con la obra que lleva por lema L’Alcalde, dotado con un premio de 1.500 pesetas.

- 1928, primer premio en el concurso de carteles de las Fiestas de Mayo, dotado con un premio de 1.500 pesetas.

- 1929, autor del primer cartel de la Semana Santa Marinera de Valencia.

- 1930, primer premio en el primer concurso de carteles de Fallas con la obra que lleva por lema M.

- 1930, realiza el cartel de la Feria Muestrario de Valencia.

- 1931, primer premio en el concurso de carteles para la Junta Provincial de la Lucha Antituberculosa con la obra Tacat.

Fue profesor de Arte Decorativo en la Escuela de Artes y Oficios y presidente del Sindicato de Dibujantes, Pintores, Escultores y Cartelistas. Durante la guerra fue el responsable del taller de l’Aliança d’Intel·lectuals i Artistes Antifeixistes de València desde donde se realizaron decenas de carteles propagandísticos para el conflicto bélico. Por esta razón fue acusado de auxilio a la rebelión y fue depurado al acabar la guerra, siendo condenado a 6 años de prisión y separado definitivamente del servicio con pérdida de todos sus derechos, circunstancia que le llevó a pasar muchas penurias en los últimos años de su vida. Aun así pudo subsistir gracias al prestigio de su taller, donde se daban cita numerosos alumnos, entre ellos Julián Puche, y donde concibió fallas de primer nivel, como la que plantó en la plaza Lope de Vega en 1943, y sobre todo la más icónica y recordada en la plaza de la Reina en 1946.

Vicente Canet murió en 1951, pero su huella dentro del colectivo de artistas falleros fue tan profunda que en 1968 fue uno de los personajes propuestos por la Junta Directiva del Gremio de Artesanos de Artistas Falleros para rotular una de las calles de la nueva Ciudad del Artista Fallero, junto a otros grandes como Regino Mas, Carlos Cortina, Carmelo Roda o Amadeo Desfilis.

 
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