El cine en la SEREl cine en la SER
Opinión

'El buen patrón', la reforma laboral y el cine que nos narra como país

La película de Fernando León de Aranoa ha conectado con el público, la crítica y los académicos en un momento de zozobra laboral y se alza con el Goya después de la reciente aprobación de la Reforma Laboral

Los actores José Sacristán, Goya de Honor, Javier Bardem, Goya a Mejor Actor Protagonista, y el director Fernando León de Aranoa, Goya a Mejor dirección, durante la gala de la 36 edición de los Premios Goya que tiene lugar este sábado en el Palau de les Arts de Valencia. / Biel Aliño (EFE)

Los actores José Sacristán, Goya de Honor, Javier Bardem, Goya a Mejor Actor Protagonista, y el director Fernando León de Aranoa, Goya a Mejor dirección, durante la gala de la 36 edición de los Premios Goya que tiene lugar este sábado en el Palau de les Arts de Valencia.

A muchos todavía les cuesta entender que el cine no es un chiringuito, que es fundamental para tener una imagen de país y que el cine, nuestro cine, es ese que habla de lo que nos pasa y lo que deseamos. Necesitamos relatos audiovisuales que nos cuenten, en los que vernos reflejados y con los que discutir también. La gala de los Goya es la constatación o el cierre de un año de cine y la de ayer tenía mucho de celebración, porque este año nuestro cine viaja a los Oscar, está en Berlín y ha conectado con el público en momentos en los que está cambiando el paradigma del consumo cinematográfico.

El buen patrón, la película ganadora de los Goya, ha conseguido conectar con los tres pilares: el público, la crítica y los académicos que anoche la coronaron como la mejor del año. No sabemos si la votación estuvo tan reñida como la de la reciente Reforma Laboral en el Congreso de los Diputados, pero sí que arrasó y se hizo con seis Goyas. La de Aranoa es una comedia negra que tiene la virtud de hablar de España como país de una manera audaz y quizá por eso no necesitó la mano negra de Alberto Casero, ese diputado del PP que todavía no sabe si se equivocó o no. Eso es porque el cine no necesita tránsfugas ni errores, neceista apoyo, cariño y cuidado. Entre Los lunes al Sol -otra película clave de León de Aranoa- y El buen patrón han pasado veinte años y en ese tiempo, la vida de las trabajadoras y los trabajadores se ha hecho más complicada e insostenible por culpa de un mercado de trabajo adscrito al neocapitalismo, pero también por unos gobiernos que han potenciado leyes que beneficiaban a los patrones y no a los trabajadores.

"No deja de tener gracia que justo esta semana cerramos una especie de ciclo, aquí en España hay una nueva reforma laboral que mejora muchos aspectos, no todos, pero hay que celebrarla aunque haya mucho camino", decía el director ganador con un Goya en cada mano. Es cierto que El buen patrón puede leerse como un fin de ciclo, no solo por cerrar el año de cine español; sino también porque cierra una época de precariedad e inestabilidad laboral. Seguramente la nueva norma, impulsada por la vicepresidenta Yolanda Díaz, no acabe con los falsos autónomos, con la precariedad; pero esperemos que sirva para cambiar el relato, lo mismo que hace está película.

Si entendemos que no puede haber temporalidad, que todo el mundo tiene el derecho a tener unas condiciones dignas de trabajo y un salario mínimo, podremos cambiar en el futuro todos aquellos flecos que esta reforma todavía no lo ha logrado, ya que la ley se basa en el acuerdo de gobierno entre ambos partidos de la coalición. ¿Qué función tiene, entonces, la película de León de Aranoa? Básicamente enseñarnos en qué nos hemos convertido como sociedad, como trabajadores. En víctimas de un jefe paternalista y pendenciero, como el que interpreta de manera magistral Javier Bardem, pero también en verdugos de muchos de nuestros compañeros, en pelotas de ese patrón que un día te hace un favorcillo o te regala entradas para el ballet que él no quiere.

Sin duda, el malo es el patrón, pero el resto hemos aceptado vivir en un individualismo cada vez mayor y más preocupante, que ni siquiera la pandemia ha cambiado. Ya no somos Santa, el personaje de Bardem en Los lunes al sol. Y no sé si alguna vez lo fuimos. Lo que está claro es que como sociedad, hace veinte años defendíamos y alabábamos la pelea de Santa por unir y defender a los compañeros en paro. Lo entendíamos como legímito y deseable. Ahora cuesta que nos dé pena el personaje de Óscar de la Fuente, el único despedido de la empresa Básculas Blanco que acampa en la puerta de la fábrica de provincias y que se convierte en un apestado para el resto de contratados. Seguir adelante, subir puestos y sobrevivir y justificarlo como si eso fuera una meritocracia. Y además hacerlo sin que parezca que lo estamos haciendo. El buen patrón nos pone delante un retrato de la España en la que nos hemos convertido, pero también supone una invitación a ser otra cosa.

La cinta muestra además algo perverso, cómo el sistema capitalista se apropia de cualquier movimiento contestatario y lo hace desde el humor y la sátira, probablemente la mejor manera de acercarnos a ello, de servirnos de espejo. Sus Goyas estaban claros, es la película que más ha gustado y es la película que ha ganado. Hubiera sido una bonita noche para que otro discurso sobre nosotros, otro relato sobre España tuviera algo de visibilidad y algún premio. La memoria histórica sigue siendo un lugar al que nos cuesta mirar. El pecado y la culpa por mirar a otro lado pesa mucho y Madres paralelas no ha conseguido conectar de la manera que ha hecho El buen patrón. Aún así la película de Almodóvar tiene momentos brillantes y emotivos y ejerce de puente entre la generación de nuestras abuelas y la de las nietas, las que juntas podrán hacer algo por la memoria, el recuerdo, la justicia y la reparación. Temas con los que sí ha conseguido llegar a los espectadores Maixabel, que habla de vivir con la culpa de haber asesinado y abre la vía a la reparación y el entendimiento.

La victoria del cine español va más allá de gala. La victoria es seguir rodando, produciendo y estrenando películas cuando las ayudas son escasas e irrisorias comparadas con las que otorgan los países de nuestro entorno, Francia o Italia, y el mercado está tan centrado en las grandes compañías y éstas en las ganas de ser rentables. O cambia la Ley Audiovisual e impone cuotas a las plataformas y los grandes grupos y a televisiones o el cine español nunca conseguirá una industria sólida, con películas competentes. Que estos Goya sirvan para que la futura Ley Audiovisual y la Ley del Cine entiendan el problema al que se enfrenta el cine español y con él la posibilidad de que haya relatos diversos, brillantes y que rentables.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
  • Cadena SER

  •  
Programación
Cadena SER

Hoy por Hoy

Àngels Barceló

Comparte

Compartir desde el minuto: 00:00