Nunca habrá criptomonedas en la calle

Barcelona

Tener dinero es de pobres. Si vas de rico no llevas dinero. Solo lo usa quien no tiene donde caerse muerto. Y los mafiosos. El resto de la humanidad tira de tarjetas de crédito y criptomonedas. Yo no he sido pobre, pero he sido niño, que es lo que más se le parece. A los niños les gusta mucho el dinero. Una de las personas que mejor saben explicar qué es el dinero es Enric González, que habla, aquí, en el A Vivir, y escribe en El País y en Alternativas Económicas. Soy fan suyo, pero no por el dinero. De niño, yo siempre tenía dinero. Lo encontraba tirado en la calle. No había más que fijarse en las aceras, y en los alcorques de los árboles donde escupían los viejos y se meaban los perros. Dean Martin tampoco le hizo ascos a un dinero así en Río Bravo. Los niños miraban mucho al cielo siguiendo la estela de los reactores y, si no, bajaban la vista para ver si había suerte y aparecía una peseta, o un duro. Hasta una moneda de cinco duros podía empezar a brillar de repente al lado de una de aquellas piedras grises. Con un par de pesetas, uno echaba la tarde en el kiosco. isla . Ahora la efigie la lleva la gente puesta. Miras a alguien en la tele y ves que se le ha puesto cara de cinco duros. Vivimos tiempos regresivos. Es lo que sucede cuando la vida va más rápida que las personas. El dinero que nos encontrábamos tirado era todo un misterio. Cada peseta parecía una isla del tesoro. A veces eran monedas que se les caían a los borrachos. O que las tiraban ellos directamente haciendo eses y gritando contra Franco. Se las sacaban de los bolsillos y las arrojaban contra la nada. Entonces, los niños corríamos detrás cogiendo esas pesetas, que eran algo más que nada.