Polémica en el Congreso
La firma del neurólogo Tomás Segura
Tomás Segura
Firma de opinión | Polémica en el Congreso
03:50
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Estos días hemos asistido a una intensa polémica en las redes sociales, y también en la prensa convencional al respecto de las declaraciones realizadas por Joan Laporte en el seno de la comisión de investigación de las vacunas que se realiza en el Congreso de los diputados. El compareciente, que declaró a instancias de los partidos que apoyan el Gobierno, es una persona de reconocida trayectoria profesional en el campo de la farmacovigilancia. Durante su intervención, manifestó dudas sobre la tecnología y la seguridad de las vacunas ARN que de forma masiva se han administrado a la población, así como de la pertinencia de ejecutar revacunaciones periódicas y muy frecuentes de manera igualmente generalizada. El Dr. Laporte ha publicado más de 200 artículos en revistas con revisores por pares, algo que me es familiar, por lo que puedo atestiguar la dificultad de este logro y del bagaje científico que comporta. Por ello me ha llamado mucho la atención las críticas desaforadas que ha sufrido el personaje, e incluso la censura que medios de comunicación serios, como por ejemplo el diario El País a través de su defensor del lector, han dedicado a estas declaraciones. Y sin embargo a mí me parece sano, y muy del gusto de la Ciencia, hacerse preguntas, aunque sea sobre un tema tan controvertido como el de las vacunas. Dejaré aquí dos, aún a riesgo a riesgo de que como al Dr. Laporte algunos pretendan acusarme de antivacunas o negacionista, dejando claro ante todo que no soy ninguna de las dos cosas.
El primer interrogante es el siguiente: ¿qué sentido tiene exigir un pasaporte sanitario en el que se demuestre haber recibido tres dosis de la vacuna cuando la experiencia más reciente nos ha probado que personas triplemente vacunadas son perfectamente capaces de sufrir de nuevo la enfermedad y también de transmitirla?. Es muy probable que la vacunación genere defensa frente al desarrollo de una enfermedad COVID grave, pero de ninguna manera podemos decir que prevenga que la persona vacunada puede contagiar a otros. Por tanto, exigir ese tipo de pasaporte es absurdo, genera sensación de discriminación entre los que no se han vacunado y provoca crispación innecesaria en una sociedad ya de por sí tensionada. Debemos pedir a los individuos que se vacunen para que si adquieren la enfermedad no la desarrollen de manera grave, y por tanto no colapsen los hospitales y las unidades de cuidados intensivos, un bien escaso y muy costoso que pagamos entre todos. Pero es absurdo prohibir a los individuos no vacunados entrar al cine, a un restaurante o coger un avión, porque el hecho de no estarlo no les da mayor capacidad de contagiar a otros y además provoca falsa sensación de seguridad en el resto.
El segundo interrogante es el que hace referencia a si de verdad es necesario vacunar a toda la población, incluso aquella que en caso de adquirir la enfermedad no va a desarrollar prácticamente en ningún caso una patología grave. Me estoy refiriendo por supuesto a los niños, y me refiero también a la necesidad de una triple o una cuádruple vacunación en personas que no tienen riesgo elevado y ya han recibido 2 dosis. Todos los médicos hemos sido entrenados desde nuestros primeros pasos en la Facultad en la norma de individualizar el diagnóstico y el tratamiento. Es por ello que se nos hace tanto énfasis en indagar no solo por la causa de consulta sino por todos los antecedentes previos del individuo. En función de esa investigación pautaremos uno u otro tratamiento. Pues bien, en mi opinión ha llegado la hora de individualizar la necesidad de la vacunación, y dejar de hacerla de esta manera indiscriminada y absurda para un médico que consiste en decir que a tal hora y tal día, en tal sitio, si uno acude, y simplemente muestra su carnet de identidad demostrando una determinada edad, será vacunado por el sistema sanitario. No sé si esto podrá tener sentido desde el punto de vista de la Salud Pública o la Epidemiología. Desde el de la Medicina que a mí me enseñaron, y que yo enseño cada día, de la Medicina en la que creo, no lo tiene.