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'Mi vacío y yo', el relato íntimo de lo trans que triunfa en el Festival de Rotterdam

El director Adrián Silvestre presenta 'Mi vacío y yo', un retrato de ficción de la experiencia, dudas e inseguridades de una mujer trans

Fotograma de 'Mi vacío y yo' / Cedida

Fotograma de 'Mi vacío y yo'

El cine tiene la capacidad de contarnos lo íntimo, lo emocional de cualquier conflicto social, económico o político. La realidad de las mujeres y los hombres trans, de lo que sienten, viven, padecen la hemos visto mejor reflejada en películas como Transamérica, Tomboy o en series como Transparent o Veneno. Es a través del código de la ficción como Adrián Silvestre pretende llevarnos por un viaje sobre la identidad y la relación con los demás en Mi vacío y yo, la única película española que compite en el Festival de Rotterdam, que se celebra esta semana.

"Es un orgullo absoluto. Un reconocimiento a algo que tú has hecho con mucho trabajo, cariño y dedicación y que ahora vaya a tener más acogida. Es además un festival de cobertura internacional y de alguna manera empezamos enero con un recorrido ya hecho", dice el director valenciano sobre su presencia en este certamen de cine indie. Silvestre viene de ganar este sábado el premio Feroz al mejor documental por Sedimentos, una obra que tiene mucho que ver con esta película de ficción.

"Escribí las dos paralelamente. Estaba trabajando con un grupo de mujeres trans en Barcelona en el que Raphie era una de las participantes. Yo tuve la osadía de contar todo eso en dos películas", reconoce en esta entrevista en la Cadena SER. En Sedimentos, un grupo de mujeres trans viajan a un pueblo de la España Vaciada. Son amigas. Esa amistad se fraguó en un traller al que asistían en Barcelona y que sale retratado en Mi vacío y yo. También ahí asistía Raphi, la protagonista del filme. "Sedimentos surge para dar cabida a todas aquellas que no habían podido participar en la película, contar sus relatos y participar con una amistad que ya se había forjado", recalca Silvestre.

El proceso de ambas películas ha sido largo. Cinco años ha durado. Las dos a la vez. De ahí que se hayan mezclado los lenguajes. "Llegan a ser dos largos que se complementan. Las dos hablan de la realidad trans, pero desde distintos matices y puntos de vista". En Mi vacío y yo hay un juego narrativo muy interesante. Para empezar entran en juego tres autores. Raphaëlle Pérez, Raphi, es la protagonista y coautora del guion, junto a Adrián Silvestre -que además es el director- y a Carlos Marqués-Marcet, autor de películas como 10.000 Kilómetros. Cuentan la historia de Raphi, su propia experiencia, sus dudas y sus inseguridades, sus sueños y sus miedos, pero sobre todo, el esfuerzo personal al que se enfrenta diariamente para ser la persona que quiere ser.

"Raphi escribía sus relatos de lo que a ella le pasaba, lo que sentía, sus relaciones con los chicos que conocía en aplicaciones. Mi vacío y yo es el título de uno de esos relatos que compartió conmigo y que decidí llevarlo a la pantalla y traducirlo al cine. Y luego está la obra de teatro que ella misma representa en la película sobre su propia historia. Podemos decir qeu sí, que es una misma historia con distintos lenguajes", explica Silvestre.

Este juego narrativo es también una declaración política importante. Mi vacío y yo demuestra que todos somos una construcción, un relato de nosotros mismos, por el que se cuela nuestra pelea con la identidad, nuestra pelea con los otros y con el sistema. "La narrativa tiene un proceso casi terapéutico. Ese vacío se ha curado dando rienda suelta a esa creatividad que ella tiene. Muchas de las preguntas que le han surgido a ella y a mí también, de abordar esa ansiedad del pasado, ha tenido su respuesta en ponerle nombre, subirlo a un escenario, en contarlo", reflexiona el director.

La película es el día a día de la vida de una mujer en proceso de búsqueda, de cambio. Pero es también una guía sobre aquellos vacíos y desafíos que tienen las mujeres trans. Una película que rompe muchos de los argumentos enconados de ese debate sobre la Ley trans al que hemos asistido en los últimos meses.

"La película tiene una carga didáctica, porque tiene mucha información que supongo que una parte del público no tendrá. Pero la intención era hablar de lo cotidiano, lo íntimo. Cada vez que uno aporta información lo está haciendo desde lo individual, desde su propia opinión. No está juzgada por mi, para que el público saque sus conclusiones. Llega en un momento donde la cuestión trans está siendo debatida y eso hace más rico el documental", explica.

Más allá de los problemas de una mujer trans, en Mi vacío y yo hay un asunto universal. La aprobación de los demás es un disgusto que todos y todas enfrentamos. "Al final es algo de lo que nadie se libra", dice Silvestre. "¿Somos tan libres como creemos o somos los que los demás esperan de nosotros?. Contamos con las posibilidades que los demás nos dejan. Nadie es tan libre para crearse de cero, porque la mirada del otro es determinante. Es muy difícil escapar de ahí, hay que tener mucha seguridad. Nos importa a todos lo que piensen de nosotros, porque queremos vivir tranquilos. La búsqueda de todos es querer vivir tranquilas y felices". Y eso sí es universal.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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