Portugal busca este domingo con la celebración de elecciones anticipadas poner fin a una crisis política que se remonta a 2019, cuando finalizó esa estable y duradera relación entre las fuerzas de la izquierda conocida como a «geringonça», una suerte de «milagro portugués» que sacó al país del pozo en el que se encontraba, pero que acabó desencadenando un desencuentro que se reflejó en el rechazo de los antiguos socios de los socialistas a los presupuestos. Señalados por el primer ministro, António Costa, como responsables de este rechazo a los presupuestos y por tanto de la celebración anticipada de elecciones, no parece que el Bloque de Izquierda y el Partido Comunista vayan a repetir aquel idilio que entre 2015 y 2019 fue la envidia de las fuerzas progresistas de gran parte de Europa. Con Costa todavía al frente de las encuestas con una cada vez más ligera ventaja sobre el candidato del Partido Social Demócrata (PDS), Rui Rio, el escenario que parece más probable es el de una gran coalición entre estas dos fuerzas, pero sin que el centro derecha entre en el Gobierno, apunta el investigador del CIDOB, Héctor Sánchez. «El precio que van exigir comunistas y Bloque es más alto que el que va a exigir el PSD (...) ahora, si António Costa no se decide por ellos, la campaña que le van a hacer pagar es enorme», cuenta Sánchez. El relato de Costa culpando durante la campaña a comunistas y al Bloque de ser los responsables de la actual situación hace difícil que finalmente puedan unir nuevamente sus caminos para la siguiente legislatura, aunque la irrupción de la extrema derecha de Chega! como posible tercera fuerza en el Parlamento también complica un posible acuerdo con sus antiguos socios, ahora más debilitados. «Con la izquierda se ha intentado dos tipos de relación, en 2015 se firmó un acuerdo por separado con cada uno y contra todo pronóstico salió bien (...) y en 2019 se decidió que fuera a través de acuerdos puntuales. Lo que queda es que alguno de los dos entre en el Gobierno y parece difícil que uno pueda entrar y el otro acepte quedarse fuera», explica Sánchez. Por el momento, Costa cuenta con un 36% en intención de voto, por debajo todavía de los 116 diputados necesarios para tener mayoría en el Parlamento, mientras que el Bloque lograría entre cinco y ocho diputados y comunistas entre cinco y nueve, según varios sondeos publicados en la prensa portuguesa. Sin embargo, y a pesar de los muy buenos datos de empleo, así como el buen desempeño del Gobierno durante la pandemia de la COVID-19, con más del 90% de la población completamente vacunada, Costa ha ido perdiendo la holgada ventaja que tenía en las encuestas, en las que llegó a contar con más de diez puntos de diferencia sobre Rio, quien, en el mejor de los casos según los sondeos, está tres puntos por debajo del candidato socialista. Los factores para explicar esta situación son múltiples: desde que en Portugal hay un gran número de electores muy variables que no se encuadran en la dicotomía izquierda y derecha, pasando por seis años de gobierno socialista y una oposición de centro derecha ahora más fuerte, representada por Rio, que ha adoptado una imagen de moderación durante toda la campaña. «Hay mucho dinero en juego procedente de los fondos europeos y Rio ha estado toda la campaña intentando mostrarse como un estadista, capaz de desbloquear la situación, ofrecer estabilidad, administrar y repartir el dinero de Europa sin tener que contar con los extremistas de izquierda», cuenta Sánchez. «Rui Rio es del lado más centrista del PSD y en su momento descartó cien por cien colaborar con Chega!» y «si puede a la mínima va a intentar apoyarse antes en Iniciativa Liberal o, si no desaparece, en el CDS», explica. En ese sentido, Sánchez apuesta por que ese posible acuerdo esté sujeto a una serie de condiciones fijadas por la agenda del centro derecho «y cuando las encuestas le sean favorables, lo mismo que ha sucedido ahora, tumbar presupuestos, elecciones anticipadas y ganar unas posibles futuras elecciones». Este acuerdo con los socialistas no cree Sánchez que pueda pasarle factura a Rio, que ha logrado salir muy reforzado en los últimos años al despachar varios intentos de arrebatarle el liderazgo del partido, desde donde algunos sectores le han afeado la deriva centrista del mismo y una supuesta indulgencia hacia Costa. «Rio ha ganado varias primarias, tiene legitimidad para hacer el tipo de oposición que él quiera con el PSD, además ha habido una depuración de cargos y de quienes apoyaban a otros candidatos como (Paulo) Rangel en las listas para estas elecciones, por lo que controla absolutamente todo», apunta. El otro escenario imaginable, que Costa no lograra vencer las elecciones, sería trágico para un Partido Socialista en el que no se vislumbra un relevo de garantías a corto y medio plazo. «Si pierde, si no queda primero, dimite», augura Sánchez. «No está contemplado un Partido Socialista sin Costa, más aun después de que Fernando Medina, el que parecía su relevo en el futuro, perdiera la Alcaldía de Lisboa», señala el investigador del CIDOB. La importancia de la figura de Costa es mayúscula, ya no solo a nivel local, sino también para los socialistas europeos, que le erigieron en el modelo por el que guiarse después de su buen gobierno desde 2015. «Quizás ahora ha quedado un poco desdibujado con Pedro Sánchez y el canciller alemán, Olaf Scholz, pero ahí continúa; fue el faro desde 2015, desde la izquierda española se miró a Portugal con esperanza, como modelo de lo que se tenía que hacer», valora. «Portugal estaba en el pozo y apoyándose en los partido de la izquierda le fue muy bien al país, aumentaron el salario mínimo, creció el PIB, bajó el desempleo... Costa está muy bien considerado en Europa, y así ha dirigido su campaña, mostrándose como hombre de Estado, que da estabilidad, que representa el Portugal más social», señala Sánchez. Pase lo que pase este domingo lo que parece claro es el gran resultado que, según las encuestas, logrará la formación de extrema derecha Chega!, liderada por André Ventura y que con apenas unos meses desde su registro oficial como partido se coló en el Parlamento con un diputado en la pasada legislatura. En esta ocasión, está previsto que se dispute con el Bloque de Izquierda la plaza de tercera fuerza más votada, después de que la formación de Catarina Martins vaya a sufrir un fuerte revés en esta cita. «Los resultados le favorecen, han sido más discretos esta vez, y no se han marcado aspiraciones tan altas como en las pasadas presidenciales», recuerda Sánchez, quien ante un escenario de acuerdo entre socialistas y PSD deja a los de Chega! como «la oposición dura» en la Asamblea. No obstante, si bien se espera que este auge de la ultraderecha traiga consigo la consabida confrontación y el ruido propio de este tipo partidos, el 6 por ciento de los votos que lograría, según las encuestas, se antoja insuficiente para inquietar a los dos grandes partidos sea cual fuere el vencedor. En definitiva, Sánchez cree que «todo va a seguir igual», salvo por saber cuántos escaños sacarán los partidos más pequeños, como el ecologista Livre, los animalistas del PAN, los liberales y sin olvidar la posible salida del arco parlamentario del conservador CDS. «Portugal confirma una fragmentación parlamentaria en línea con todos los países de la Unión», señala.